AllaNad

Preparando el camino.

LLEVANDO EL FRUTO DEL ESPÍRITU

Todos estamos plantando algo en nuestras vidas cada día, ya sea que nos demos cuenta o no. Y también cosechamos lo que hayamos plantado en el pasado. La calidad de nuestra vida en este momento es el resultado de lo que plantamos y cosechamos hace tiempo. Cosechamos lo bueno y lo malo por años, después que lo plantamos. Por eso es tan importante plantar y nutrir las buenas semillas ahora.
Jesús dijo que Él es la vid y nosotros los pámpanos. “...el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto...” (Juan 15:5). “Permanecer” significa quedarse, habitar. En otras palabras, si habitamos en Él y Él habita en nosotros, llevaremos el fruto de Su espíritu (Gálatas 5:22-23). Eso es lo que queremos.
Se dice que comenzamos a parecernos a las personas con las que vivimos o nos relacionamos. Cuando compartimos nuestra vida con Jesús, su semejanza se estampa en nuestro espíritu y en nuestra alma. Cuando nos unimos a Jesús, el fruto de Su espíritu se manifiesta en nosotros.

NUEVE BUENAS MANERAS DE PRODUCIR UNA GRAN COSECHA

1.- Plantemos semillas de amor.
Pidámosle a Dios que plante su amor en nosotros de tal manera que logremos experimentarlo a plenitud. Es importante que Su amor esté fluyendo en nuestra vida de tal manera que podamos afectar positivamente a otros. Jesús dijo: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en Su amor.”
(Juan 15:10). Dios es el que nos ayudará a obedecer todas sus leyes de modo que nada nos impida que la plenitud de Su amor florezca en nosotros.

2.- Plantemos semillas de gozo.
El gozo no tiene nada que ver con nuestras circunstancias. Podemos tener gozo a pesar de las dificultades y los problemas dolorosos porque el gozo viene a través de una íntima y cercana relación con el Señor. No podemos tener gozo si nos sentimos separados de Dios o no confiamos en Sus promesas para nosotros. Jesús dijo: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11). Cuando vivimos en el gozo del Señor, tenemos la expectativa de que Dios va a hacer grandes cosas en nuestra vida. Oremos para que el gozo del Señor sea plantado en nosotros y se manifieste a través nuestro, a fin de que el fruto que madure en nosotros, se propague y pase a los que nos rodean. ¿Qué refleja nuestra vida, gozo o tristeza? Comentemos con el grupo algún momento cuando a pesar de los problemas decidimos tener el gozo del Señor.

3.- Plantemos semillas de paz.
Es la presencia del Señor plantada en nuestra vida, la que nos provee de la paz que sobrepasa todo entendimiento. Es nuestra responsabilidad que esta paz crezca fuerte y prevalezca, sin importar cuáles sean nuestras circunstancias. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
(Filipenses 4:7).
Sólo podremos tener verdadera paz si vivimos en buena relación con Dios. Oremos para que Dios nos ayude a conocer su paz de una manera tan poderosa que atraiga a los que nos rodean.


4.- Plantemos semillas de paciencia.
“... sino que por la fe y la paciencia heredan las promesas...” Hebreos 6:12
¿Será importante para nosotros desarrollar la paciencia? El tiempo de Dios no es nuestro tiempo. Él siempre está haciendo más de lo que nosotros sabemos o vemos, así que debemos confiar en Él sobre cuánto tiempo hará falta para que las cosas pasen. Dios nos perfecciona y nos refina antes de llevarnos a todo lo que tiene para nosotros y eso toma tiempo.

5.- Plantemos semillas de benignidad.
Podemos elegir lo que plantamos en nuestro jardín. La benignidad es algo que debemos plantar con toda intención. O para ponerlo en otras palabras, la benignidad es algo que decidimos ponernos, como una prenda de vestir. “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Colosenses 3:12). El más alto acto de benignidad fue cuando Jesús dio su vida por nosotros. Oremos para que ese tipo de benignidad crezca en nosotros de manera que también podamos entregar nuestra vida a los demás en actos de benignidad.

6.- Plantemos semillas de bondad.
Cuando la bondad de Dios se siembra en nuestra alma, nos lleva a producir buenas obras. “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.” (Mateo 12:35) Vamos a ver cambiada nuestra vida y nuestro alrededor cuando decidamos usar la bondad en nosotros. El ambiente espiritual cambiará para bien, no importa en donde nos encontremos; La bondad es un agente de cambio y cuando nosotros la tenemos nos convertimos también en agentes de cambio, ya sea en nuestro hogar, en nuestro trabajo, en nuestra escuela, hasta llegar a cambiar nuestra familia entera y nuestra comunidad también.

7.- Plantemos semillas de fe.
Es de suma importancia que podamos sembrar semillas de fe en los que están a nuestro alrededor. Hoy existe tanta desesperanza e incredulidad. La gente necesita oír palabra de fe, de ánimo, que sepan lo que nuestro Dios puede hacer en sus vidas. Al estar en comunión con el Señor y ser llenos de Su Espíritu la fe brotara de una manera natural en nuestras vidas. Al permanecer en Su palabra y llenar nuestra mente cada día con ella, nuestra fe se hará mas fuerte cada día y podremos hablar a nuestro mundo necesitado las palabras que deben oír, palabras de fe.

8.- Plantemos semillas de mansedumbre.
Cuando somos impetuosos y arrogantes, logramos que las personas se sientan mal con nosotros. La mansedumbre es una humildad serena, tranquila, pacífica y agradable. La Biblia dice: “El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen.” (2ª Timoteo 2:24-25).
Ser considerado con los sentimientos y necesidades de los demás al demostrar mansedumbre muestra que estamos respondiendo al Espíritu de Dios y que lo que se ha plantado en nosotros ha echado raíces. “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre, ni hipocresía.” (Santiago 3:17).
Oremos para que podamos ser mansos y humildes como lo fue Jesús.

9.- Plantemos las semillas del dominio propio.
El dominio propio no es algo débil, sino cuando está en nuestra vida es como un gran árbol que no se mueve. Sólo Dios puede plantar algo de tal magnitud en nosotros y hacer que llevemos fruto. No tener dominio propio significa hacer cualquier cosa que nos plazca sin importar cuáles sean las consecuencias. “Añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad.” (2ª Pedro 1:5-6) Oremos a Dios para que tengamos el control sobre las pasiones, deseos y emociones y que las sometamos a Su espíritu.

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