Dios usa una serie de métodos para comunicarse con nosotros: Nos habla a través de Su Palabra y del Espíritu Santo, así como también por medio de las personas y las circunstancias. Dios tiene propósitos específicos para impartirnos Sus pensamientos. Él desea que comprendamos Su verdad para que ésta pueda darle forma a nuestra vida y así podamos compartir sus Buenas Nuevas con los demás.
Puesto que Dios tiene alguna intención en particular al comunicarse con nosotros, tenemos que preguntar, ¿qué pasa cuando no escuchamos? Podemos encontrar la respuesta al principio de la Biblia, en el relato de Adán y Eva. Sabemos que Dios le habló muy claramente al primer hombre (Génesis 2:16-17), instruyéndolo para que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal. El problema es que el primer hombre y la primera mujer entendieron perfectamente pero no obedecieron. Su desobediencia marca el inicio del problema del pecado del hombre, el cual ha atormentado a la raza humana a lo largo de toda la historia. Toda persona que nació de allí en adelante, con la única excepción del Señor Jesús, vino a este mundo con una naturaleza pecaminosa cuyo origen se remonta a Adán.
EL ORIGEN
El origen de todo pecado, de todo sufrimiento, de todo dolor, de todo problema, de toda guerra, de todo derramamiento de sangre, y de toda violencia, puede rastrearse hasta el huerto del Edén.
Desafortunadamente, lo que ocurrió en la primera familia siglos atrás ha estado sucediendo de alguna forma con cada familia desde entonces. Al igual que Adán y Eva, tan pronto recibimos las instrucciones de Dios, nosotros también somos responsables por lo que hayamos oído o leído. Podemos evitarnos mucho dolor y muchos problemas al acatar lo que el Señor nos comunica, pues el no escuchar trae como resultado severas repercusiones. Al estudiar el relato de Génesis 3, podemos identificar siete señales de cuidado para nuestra vida:
1.- Cuidado con escuchar las voces equivocadas. (Génesis 3:1-2)
De manera inequívoca, Eva había escuchado el mandamiento de Dios. Pero, aun y cuando lo había entendido, comenzó a escuchar otra voz. La serpiente habló e insertó un signo de interrogación a lo que ella recordaba de las palabras de Dios: “¿Con que Dios os ha dicho...?”. La mujer se dejó atraer para entablar una conversación con la serpiente. La voz que escuchó no le era familiar, no era la voz de su Creador ni la de su esposo, pero ella prestó atención y permitió que suplantara la clara orden de Dios. Como resultado de ello, Eva cayó en desobediencia, al igual que cualquiera hoy que deja de escuchar a Dios y le presta oídos a la serpiente engañosa.
Consideremos cuántas voces escuchamos en un día. Lo que leemos y escuchamos continuamente bombardea nuestras mentes, corazones y espíritus. Entre la televisión, la radio, el periódico y las revistas, sin mencionar las opiniones de amigos y compañeros de trabajo, recibimos un mar de ideas equivocadas.
Debemos elegir entre escucharlas o no. Cuando no prestamos atención a las Palabras de Dios o no nos recordamos continuamente los principios bíblicos, comenzamos a escuchar voces equivocadas, y así es como nos alejamos de Dios.
2.- Cuidado con ser engañados. (Génesis 3:4)
Notemos cómo Satanás toma lo que Dios dice y lo distorsiona. El Señor dijo a Adán y Eva que si comían del árbol del conocimiento del bien y del mal, “...ciertamente morirás” (Gn. 2:17). Satanás usa justo lo necesario de la verdad como para sonar creíble, pero luego adorna el asunto de una manera muy sutil: “No moriréis”. Satanás por naturaleza miente y engaña. Debemos tener cuidado con sus frases disfrazadas de mentira.
3.- Cuidado con el orgullo e independencia. (Proverbios 16:17-19)
La raíz fundamental de todo pecado es el orgullo, que equivale a decir que sabemos más que Dios y que podemos manejar la situación a nuestra manera. Esto es en realidad un acto de rebelión, porque es imposible saber más que un Dios omnisciente y que es todo sabiduría. Sus mandamientos no han sido dados para hacer la vida aburrida; cada “NO” en la Biblia es una expresión de Su amor y protección hacia Sus hijos.
4.- Cuidado con decisiones que agradan solo a nuestro “YO”.
Satanás nunca nos tienta ofreciéndonos crecimiento espiritual, una mejor vida de oración o maneras más efectivas de compartir nuestra fe. No, él siempre llama al YO, no al espíritu. No hay nada malo con anhelos que han sido dados por Dios, pero debemos de tener cuidado.
Tal y como pasó con Eva, podemos ser tentados en tres aspectos: Los apetitos humanos, la belleza y la sabiduría. Debemos de tener cuidado, porque aunque estos tres aspectos son buenos, podemos terminar por codiciarlos y compararnos con otras personas, empezando a tener un descontrol espiritual. De ese modo, lo que Dios dio en libertad termina esclavizándonos.
Sin embargo, al depender del Espíritu Santo, podemos tener sabiduría y la dirección para mantener los anhelos dentro de los parámetros que Dios diseñó para nosotros.
5.- Cuidado con tapar nuestros errores y culpar a los demás. (Génesis 3:12-13)
Cuando Dios le preguntó a Adán por qué se estaba escondiendo, de inmediato señaló a Eva. A su vez, Eva le echó la culpa a la serpiente. Ninguno pudo salir librado de la culpa con justicia porque ambos conocían el mandamiento y por lo tanto, eran responsables.
Las personas hoy día le echan la culpa a todos, desde sus padres y familiares, pasando por sus compañeros de trabajo hasta la sociedad misma y terminando también con Dios. Pero debemos reconocer que “echar la culpa a todo mundo” no resuelve nada y que nosotros mismos somos responsables ante Dios por nuestras elecciones y comportamiento.
6.- Cuidado, porque lo que sembremos eso también cosecharemos. (Génesis 3:14-19)
Las tres partes involucradas tuvieron que enfrentar los resultados de su desobediencia, Satanás fue sentenciado a la destrucción final. Luego, Dios anunció que la mujer sería gobernada por el hombre y que experimentaría dolor en el parto. También declaró que el hombre tendría que dejar el huerto y trabajar arduamente para ganarse el pan de cada día. Sin duda, la desobediencia a Dios trae sus consecuencias. Tengamos cuidado, y empecemos a cerrar nuestros oídos a voces extrañas y aprendamos hoy a obedecer a Dios.
7.- Cuidado porque podemos desaprovechar lo mejor de Dios para nuestra vida.
Cuando Dios creó a Adán y Eva, quería que vivieran en el huerto del Edén, con toda su absoluta perfección. Allí, Dios había provisto para cada una de sus necesidades posibles, y además, ellos no sentían culpa o vergüenza alguna (Gn. 2:25). Pero ellos eligieron desobedecer.
A pesar de que el pecado se ha esparcido a toda la raza humana, hay una buena noticia: Podemos recibir el perdón. Pero sólo hay una forma, y es recibiendo al Señor Jesucristo como Salvador personal.
Debemos siempre guardar las palabras y enseñanzas de Dios, por medio de pasar tiempo en Su Palabra, con frecuencia y regularidad, participar en la adoración junto con más creyentes, así como aumentar nuestro conocimiento de Dios y aplicarlo en nuestra vida, principio por principio. Entonces seremos fuertes espirituales y no nos dejaremos engañar por voces extrañas.
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