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Preparando el camino.

CÓMO ENCONTRAR PAZ VERDADERA

Antes de Su arresto, Jesús dijo a Sus discípulos: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). Jesús sabía que los días que seguirían a Su arresto y crucifixión serían muy diferentes a todo lo demás que los discípulos habían experimentado anteriormente. La tensión, el pánico, la incredulidad y la preocupación vendrían a sus mentes. Jesús sabía que la paz de Dios era lo único que estabilizaría los corazones y las mentes de Sus discípulos después que Él hubiera muerto.
En muchas ocasiones, nuestro mundo está destruido. Sin embargo, nada de lo que enfrentamos se encuentra más allá del alcance de Dios. Ningún problema es tan grande que Él no pueda resolverlo. Ninguna tensión es demasiado intensa para Su control. Jesús sabe cómo se siente el estar bajo tensión. Mientras estuvo en la tierra, el Señor enfrentó muchas pruebas y triunfó sobre cada una de ellas.

ENFRENTANDO LA PRESIÓN
Tal vez tengamos que ajustarnos a las presiones que Dios permite en nuestro camino, pero nunca habrá un momento en que Dios no logre brindar un camino a través de la dificultad. Su paz es un regalo y está a nuestra disposición en toda circunstancia.

LA PAZ A TRAVÉS DE LA ORACIÓN
Una de las maneras en que Jesús lidiaba con las presiones de la vida era alejándose del ritmo de Su mundo para estar a solas con el Padre. Él entendía que la comunión con Dios era esencial para mantener Su relación con el Padre. También es esencial para experimentar la paz de manera continua.
Cuando vamos a Dios en oración, expresamos nuestras necesidades y nuestra total dependencia de Él. El salmista escribe: “Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará...” (Salmo 55:22). La idea de transferir nuestra carga al Señor es que le reconozcamos como suficiente Salvador y Ayudador. Él puede llevar el peso que acompaña a una situación de mucha tensión.
Muchas personas luchan en oración porque sienten culpa por pecados pasados. Piensan que como pecaron contra Dios en el pasado, Él no escuchará sus oraciones. Dios quiere que sepamos que Él está esperando a que vengamos a Él, así como el padre esperó la llegada del hijo pródigo (Lucas 15:20). Cuando vamos a Dios en oración, encontramos que Él nos recibe con amor y perdón incondicionales. Nunca dudemos en llevarle nuestros problemas a Dios en oración. Él conoce nuestra necesidad de paz aun antes que la pidamos.

ENCONTREMOS UN LUGAR TRANQUILO
Luego de un tiempo particularmente intenso de ministrar a las personas, Jesús dijo a Sus discípulos: “...Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco...” (Marcos 6:31). Cuando la tensión comienza a surgir y no hay alivio a la vista, necesitamos seguir el consejo de Jesús y encontrar un lugar tranquilo para estar a solas con Dios en oración. Todos debemos tener un lugar de oración. Si no pasamos tiempo a solas con el Padre, no hay manera en que podamos seguir enfrentando la presión de este mundo.
Nuestro tiempo íntimo con Dios, es el único que nos mantendrá a flote cuando atravesemos por los retos más duros de la vida. Pasemos tiempo a solas con el Señor cada día.
Demasiada tensión en un período de tiempo dado, nos debilita física, mental y emocionalmente. Jesús y los discípulos habían estado haciendo lo que Dios los había llamado a hacer, y de todas maneras necesitaban renovación de sus fuerzas.
Podemos experimentar la paz de Dios, en lo más profundo de nuestra alma dondequiera que nos encontremos en la vida. La paz viene cuando nuestra alma reconoce que Dios es el que está tomando el control de nuestra vida. Esto no significa que tenemos que olvidar nuestras responsabilidades, sino que reconocemos nuestra necesidad de Dios. Para hacerlo, podemos encontrarnos con Jesucristo a solas. Volvámonos a Él en oración aun y cuando sea por unos minutos cada mañana. Cuando lo hagamos, encontraremos que marcará una diferencia tremenda en nuestra vida.

Existen cuatro elementos esenciales para experimentar la paz de Dios:

1.- Dependencia total del Señor:
Experimentaremos preocupación y tensión en tanto que nos esforcemos y luchemos por alcanzar las metas con nuestras propias capacidades. Reconozcamos a Dios como nuestra fortaleza y refugio, antes que enfocarnos sobre nosotros y nuestra capacidad finita. Enfoquémonos hacia Dios y Su capacidad infinita. Dejemos nuestras cargas a Dios. Permitámosle cuidar de nosotros para que podamos disfrutar de Su paz.

2.- Oración:
Hay un dicho que dice así: “Si ignoramos la oración, no habrá paz. Practiquemos la oración, entonces conoceremos Su paz”. La oración y la meditación en la Palabra de Dios son esenciales para experimentar la paz verdadera. Cuando guardamos la Palabra de Dios en nuestro corazón, las tormentas podrán embestir pero no destrozarán nuestra paz. También es en momentos de oración cuando aprendemos a adorar al Señor y alabarle por lo que está haciendo en nuestra vida.

3.- Fe:
La ausencia de fe lleva a la preocupación, que en realidad es lo contrario a la paz. “Shalom” es la dulce paz de Dios que no depende de las circunstancias externas que nos rodean. Sólo depende de Dios. Antes de su arresto y crucifixión, Jesús recordó a Sus seguidores que tendrían aflicción en el mundo, pero que Él estaría con ellos siempre, incluso hasta el fin del mundo (Juan 16:33). La paz permanente es algo que podemos experimentar al máximo porque Dios ha prometido que nunca nos dejará ni nos abandonará (Hebreos 13:5).

4.- Poner nuestros ojos en Dios.
La dependencia, la oración y la fe deben de estar bien enfocadas. Si nuestros ojos están en los problemas, la preocupación captará nuestras emociones. En cambio, si estamos centrados en Dios, podemos reposar al saber que Él dará la sabiduría, la fuerza y especialmente la paz que necesitamos para completar la tarea o para soportar la presión.

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