“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros,
y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”.
Colosenses 1:9-10
Esta es una de las cosas que más nos gusta de Dios: Que se deja conocer. Junto con esta capacidad de conocer a Dios viene la capacidad de conocer Su voluntad.
La perfecta voluntad de Dios para nuestra vida también está allí para que la conozcamos. Ante todo, podemos encontrarla en Su Palabra. Allí podemos encontrar las cosas que son siempre la voluntad de Dios para nuestras vidas. Por ejemplo, es siempre la voluntad de Dios que le amemos con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestra alma. Es siempre la voluntad de Dios que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Es siempre la voluntad de Dios que le obedezcamos. Es siempre la voluntad de Dios que oremos y tengamos fe. Al hacer estas cosas sabemos que estamos haciendo la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios específica para nuestra vida.
También podemos conocer la voluntad de Dios específicamente para nuestra vida. Cuando tenemos que tomar una decisión que sabemos afectará mucho a nuestra vida, y necesitamos la guía de Dios, podemos encontrarla. Dios siempre está dispuesto a mostrarnos qué desea para nosotros. Su Palabra dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. (Jeremías 29:11). Cuando necesitamos que el Espíritu Santo nos guíe, Él nos ayudará mostrándonos su perfecta voluntad.
Nuestra mayor felicidad y paz siempre estarán en la voluntad de Dios.
Podemos disfrutar de ir a acampar un fin de semana, de una tarde con nuestros amigos o quizá nos guste ir de vacaciones, pero el mayor entusiasmo que logremos estará en conocer a Jesús y en vivir según la voluntad de Dios. Todo lo demás es pasajero. Lo más importante es decidir que será Su voluntad lo que queremos, no la nuestra. Jesús dijo: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38). Jesús quería hacer la voluntad de Dios, ¿Cuánto más hemos de quererlo nosotros a lo largo de nuestra vida?
Otra parte de vivir en la voluntad de Dios es decirle al Señor que queremos que Su perfecta voluntad se cumpla en nuestra vida. Hasta Jesús lo hizo antes de ir a la cruz. Dijo “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Oró por lo que quería, pero enfatizó que no lo quería por encima de la voluntad de Dios. Debemos orar por lo que necesitamos o deseamos, pero siempre incluyendo “Que se haga tu voluntad en esto”.
¿Qué pasa, sin embargo, cuando oramos y oramos por una decisión en particular y no oímos nada? El tiempo se acaba y necesitamos saber qué hacer, y aún así, Dios parece guardar silencio. ¿Qué hacemos entonces?
Ante todo, hacer lo que sabemos que es la voluntad de Dios. Y siempre es voluntad de Dios que oremos y le alabemos. “Estad siempre gozosos, Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1ª Tesalonicenses 5:16-18). ¿Cuánto más claras pueden ser las instrucciones? Orar y adorar a Dios es vital cuando necesitamos conocer Su voluntad para nuestras vidas.
Siempre sucede algo cuando oramos y alabamos a Dios. La adoración ablanda y abre nuestro corazón para que el Espíritu Santo vuelva a llenarnos otra vez, nos volveremos más receptivos a Su voluntad para nuestra vida y obtendremos la guía del Espíritu Santo. Es muy importante que aunque estemos predispuestos a hacer una cosa, y si ésta no es la voluntad de Dios, nuestro corazón se abra a lo que Él quiere para nosotros y cambiemos de idea, tomando la decisión correcta.
Dios nos dará sabiduría.
No podemos lograr la sabiduría por nuestros propios medios. “Probé… diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí” (Eclesiastés 7:23). Hay personas que tienen grandes logros académicos, y no son sabios; o personas extremadamente inteligentes sin sabiduría alguna. Esto es porque Dios es la fuente de toda sabiduría. Tenemos que acudir a Él para obtenerla. Cuando necesitamos la sabiduría que sólo puede venir de Dios, Él dice que debemos pedírsela.
La Biblia dice: “No seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:17). Esto significa que no debemos arriesgarnos a tomar una decisión equivocada moviéndonos antes de entender el parecer de Dios y la guía del Espíritu Santo al respecto. Esto significa que debemos orar y ser específicos en nuestra oración. Aun así, luego de dar a conocer nuestra petición, alabémosle y adorémosle como Señor de toda sabiduría. Demos gracias a Dios, porque Él nos revelará su voluntad: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5).
Dios nos creó con la capacidad de hacer lo bueno, pero egoístamente hemos buscado hacer las cosas a nuestra manera y no a la suya. “Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 7:29). La manera de estar seguros de que estamos haciendo lo bueno es pedirle a Dios que nos muestre qué hacer y que nos dé sabiduría para hacerlo. Eclesiastés 7:19 dice: “La sabiduría fortalece al sabio”.
Dios quiere que perseveremos en Su voluntad porque nos ama. Porque sabe que allí es donde encontraremos las mayores bendiciones. Y aunque estar en la voluntad de Dios es un lugar de protección y refugio para nosotros, esto no significa que estaremos libres de problemas y que será fácil y cómodo. Estar en la voluntad de Dios algunas veces puede ser muy incómodo.
Cuando tengamos que tomar una decisión importante, siempre debemos orar a Dios, pedirle sabiduría, revelación y la guía clara del Espíritu Santo. Quizá no recibamos la respuesta de inmediato, muchas veces esto es un proceso lento como un amanecer, en lugar de una luz que se enciende con un interruptor. Otras veces es todavía más lento, como cuando sacamos brillo al bronce viejo. Requiere mucho esfuerzo y persistencia para obtener los resultados deseados, pero vale la pena el tiempo que nos lleve. Dependamos de Su sabiduría.
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