“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros” Romanos 5:8
Dios envió a Su único Hijo, Jesús, “imagen del Dios viviente” (Colosenses 1:15), manifestación de Sí mismo en la carne. Él vino, enseñó, mostró Su poder en los milagros que obró. Entregó Su vida en inimaginable sufrimiento y tortura, enfrentando la muerte en agonía, crucificado sobre una cruz, para soportar todas las consecuencias de nuestros errores, defectos y equivocaciones. Y luego resucitó de entre los muertos y quebró para siempre el poder de la muerte y el infierno en nuestras vidas. Y Todo lo hizo por amor de nosotros.
Pagó nuestro precio. Sufrió las consecuencias de la cruz, tomando nuestro lugar. Y todo porque nos ama.
Una de las mayores demostraciones de amor de parte de Dios es, que aunque éramos pecadores, Jesús murió por nosotros (Romanos 5:8); ¿Habrá alguien que pudiera amarnos más que eso?
Hay un plano en el que Dios opera, al cual somos incapaces de entrar hasta que aceptamos a Jesús en nuestra vida. Él dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá y hallará pastos” (Juan 10:9). No podemos comenzar a entender la realidad del Reino de Dios hasta que pasamos por esa puerta y nacemos de nuevo en nuestro espíritu. Porque Jesús pagó el precio por nosotros, tenemos entrada gratis al reino, al recibir Su vida en la nuestra.
Jesús nos salvó de una eternidad separados de Dios. Dijo: “El que cree en mi tiene vida eterna” (Juan 6:47). Podemos ir a estar con Dios cuando morimos porque Jesús tomó sobre Sí la penalidad por nuestro pecado. También nos salvó de una existencia sin sentido aquí en la tierra. Una vez que recibimos a Jesús, tenemos al Espíritu Santo de Dios habitando en nosotros y podemos entrar en una vida fructífera, llena de propósitos y sentido. Con Él tenemos más vida en esta vida, así como en la eternidad.
SIETE BUENAS RAZONES PARA ALABAR A JESÚS COMO SEÑOR.
1. Gracias a Jesús tenemos perdón:
“A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su presencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. (Romanos 3:25-26)
2. Gracias a Jesús tenemos paz con Dios:
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. (Romanos 5:1)
3. Gracias a Jesús vivimos sin culpa o condena:
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. (Romanos 8:1)
4. Gracias a Jesús tenemos una gran herencia:
“Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”. (Romanos 8:17)
5. Gracias a Jesús porque siempre intercede por nosotros:
“Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la
diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. (Romanos 8:34)
6. Gracias a Jesús tenemos vida eterna con Él:
“Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Y el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. (Romanos 8:10-11)
7. Gracias a Jesús podemos tener vida abundante:
“El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida
y para que la tengan en abundancia”. (Juan 10:10)
Recordemos lo que Jesús hizo en la cruz.
Jesús nos mostró la bondad de Dios y qué significa Su amor. Demostró su autoridad por sobre la muerte, la enfermedad, la desesperanza, el quebrantamiento, la pobreza y el enemigo de nuestras almas. Llevó sobre su cuerpo el castigo por nuestro pecado para que no tengamos que soportarlo nosotros.
Cuando Jesús dijo sobre la cruz: “Consumado es” (Juan 19:30), no hablaba solo de que su vida en la tierra había acabado, sino que también estaba completo todo lo que había cumplido sobre la cruz. ¡Terminado!. Nada puede cambiar eso. El poder de la muerte y el infierno fueron conquistados sobre la cruz, derrotados para siempre.
Jesús no quiere que olvidemos lo que Él hizo. Quiere que lo recordemos a diario. Cuando le adoramos y alabamos por su sufrimiento, muerte y resurrección, estamos dándole la reverencia y el valor que merece. Nos recordamos a nosotros mismos todo lo que Él sacrificó y logró en la cruz por amor a nosotros.
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