Con frecuencia las Escrituras nos dicen que andemos como hijos de luz, que andemos en la verdad, que andemos según el Espíritu y que andemos en amor. Colosenses 2:6 usa esta expresión para darnos un mandamiento importante. “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él.” La pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué significa “andar en Cristo”?.
Aquí la palabra “EN”, se refiere a una relación vital, una unión entre el creyente y el Señor. Así como una boda marca el comienzo de una nueva relación para un hombre y una mujer, recibir a Cristo como Salvador, inicia una comunión íntima entre el Señor y Su seguidor. Lo que Dios desea no es simplemente perdonarnos, sino desarrollar una relación estrecha y cada vez más profunda con cada uno de Sus hijos. Quiere hacernos saber que el Hijo de Dios es la fuente de todo. Jesucristo es para el creyente lo que la sangre es para el cuerpo: Indispensable para la vida.
Muchas personas andan según lo que ven y sienten, pero permitir que nuestros sentidos físicos nos guíen espiritualmente, no funciona. En vez de ello, Dios quiere que confiemos en Él a diario cualquier necesidad que podamos tener. A esto se debe el mandato para los seguidores de Jesucristo: “Porque por fe andamos, no por vista” (2ª Corintios 5:7). Debemos dar el primer paso por fe, y luego el siguiente, no sabiendo exactamente hacia dónde nos llevará, pero confiando en que nuestro Dios omnisciente y amoroso tiene nuestro mayor beneficio en mente. Andar en fe significa tener una relación personal con Jesucristo, que da como resultado confiar en Él para toda circunstancia de la vida y creer todo el tiempo que Él hará lo correcto y lo que es mejor para nosotros, sin excepción.
APRENDIENDO A ANDAR POR FE
¿Qué hacemos cuando enfrentamos un desafío que parece insuperable? Proverbios 3:5-6 nos instruye: “Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.”
El primer requisito para vivir una vida de fe es una relación personal con Jesucristo. A menos que le conozcamos, no podemos discernir Su voluntad para nuestra vida. Cuando se presenta una oportunidad delante de nosotros, es importante saber si es Dios quien nos está guiando, y no nuestra propia motivación.
Dios tiene un propósito para cada situación en la que nos encontramos. Con Dios no hay coincidencias. Él está detrás de toda bendición que se nos presenta. En momentos de prueba y de dolor, Él está obrando de maneras que desconocemos para darnos bondad y esperanza en medio de cada dificultad. Sin embargo, muchas personas se preguntan si Dios verdaderamente tiene un plan para sus vidas. La respuesta es sí.
Dios, en Su gracia, nos ha adoptado en Su amor y misericordia eterna. Nos perdona y lava la mancha que el pecado ha dejado en nuestra vida (Isaías 1:18). Luego, nos prepara para la bendición, no necesariamente en un sentido material, sino espiritual y emocional. Puede que una persona tenga una inmensa riqueza material pero esté espiritual y emocionalmente en bancarrota. Abraham no era un hombre pobre. Era un líder entre su pueblo. Dios le había dado la capacidad para ver más allá de los desafíos inmediatos hacia las bendiciones del futuro.
DIOS CUMPLE LO QUE PROMETE
Hay dos cosas que son esenciales para vivir una vida motivada por la fe. Primero, debemos creer que Dios existe. Segundo, debemos creer que Él hace lo que ha prometido hacer. Hebreos 11:6 nos dice que “...sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. La fe no es una meta que alcanzamos por medio de nuestro esfuerzo, viene como el desbordamiento de una relación personal con Dios. Es tan natural como respirar. La fe es el aire y la vida de nuestra relación con Dios y su Hijo.
También hay bendiciones materiales por obrar de acuerdo a la fe. Dios recompensa nuestro deseo de confiar en Él y vivir en obediencia. Sin importar cuán pequeña parezca nuestra fe a veces, Dios se complace cuando dependemos de Él. Ni siquiera el paso de fe más pequeño le es indiferente. Podemos estar seguros que Dios será fiel con nosotros; así como fue fiel a la promesa que le hizo a Abraham. Una de las grandes bendiciones que Abraham recibió fue ser llamado “amigo de Dios” (Isaías 41:8).
¿QUÉ ES NECESARIO PARA VIVIR UNA VIDA DE FE?
1.- Un deseo de conocer a Dios y que Él nos conozca
Dios desea conocer a cada uno de Sus hijos de manera íntima. Por lo tanto, si oramos por el deseo de conocerlo, podemos estar seguros que Él llenará nuestro corazón de anhelo por Dios. Un auténtico deseo por Dios no puede fabricarse, pero si podemos adquirirlo. Todo lo que tenemos que hacer es pedirlo..
2.- Un compromiso a obedecerle
La obediencia es una demostración de nuestra capacidad de confiar en Dios, especialmente cuando se trata de enfrentar decisiones importantes o retos serios. Quizá Dios nos dirija por un curso determinado, pero algunas veces nos encontraremos dudando de Su capacidad para protegernos y llevarnos a salvo a nuestro destino. Sin embargo, una persona que vive por fe seguirá avanzando tal y como lo hizo Abraham, sin dejarse vencer por sentimientos de duda o temor. Dios siempre recompensa la obediencia con gran bendición.
3.- Una convicción confiada de que Dios cumplirá cada promesa
La pregunta definitiva no es “¿Cumplirá Dios lo que prometió?”, sino “¿Estamos dispuestos a confiar en Él aun y cuando es posible que Su tiempo no sea el nuestro?”. Debemos darnos cuenta que la fe demostrada en Hebreos 11 por Abel, Enoc, Noé, Abraham, Jacob y Sara fue una fe sin límites. Cada una de estas personas, confiaron en Él. Vivieron por fe cada día, y Dios les dio una recompensa eterna.
4.- Un estilo de vida de fe
Una vida de fe es una vida que está dominada por Jesucristo, no por deseos egoístas. La persona de poca fe dice: “Dios puede hacerlo”, y la persona de gran fe dice: “Dios lo hará”, pero la persona que “camina por fe” dice: “Dios lo ha hecho”.
¿Estamos dispuestos a confiar en Dios y ver lo que Él hará en nuestras vidas? Dios guió a Abraham hacia una tierra de tremendas promesas y bendiciones. Él hará lo mismo por nosotros a medida que confiemos en Él y andemos por fe.
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