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Preparando el camino.

JESÚS LLEVÓ NUESTRAS ENFERMEDADES.

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías 53:5


Jesús vino al mundo como el más grande médico de la historia humana. Dos tercios de su ministerio público lo utilizó para sanar a los enfermos. A los que vivimos hoy en este mundo, este mismo Señor Jesús nos sigue concediendo la misma gracia sanadora. Él llevó nuestras enfermedades para darnos sanidad.

El profeta Isaías describió la escena del sufrimiento de Jesucristo, más claro que cualquier testigo ocular de la crucifixión. En el capítulo 53 de su libro, nos describe un relato exacto del evangelio de la sanidad.

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido”. Isaías 53:4

Tal como lo indican estas palabras, Jesucristo llevó en realidad nuestras enfermedades en su propio cuerpo, y sufrió la aflicción y el dolor de ellas en lugar nuestro. Gracias a este sacrificio podemos gozar de la sanidad en nuestros cuerpos.


Jesús llevó nuestras enfermedades

¿Qué clase de enfermedades llevó y sanó el Señor Jesucristo?

La Biblia dice que las cosas que hizo Jesús fueron demasiadas para que pudieran ser escritas en todos los libros del mundo (Juan 21:25). Pero si tratamos de mencionar algunos de los males que Jesús curó, estos fueron lepra o enfermedad de la piel (Mateo 8:2-3); parálisis (Mateo 8:6); Hidropesía (Lucas 14:2-4); fiebre (Mateo 8:14-15); flujo de sangre (Mateo 9:20-22); ceguera (Mateo 9:27-30); mudez (Mateo 9:32-33); sordera (Marcos 7:32-35); mano muerta (Mateo 12:10,13); cojera (Mateo 15:30), y otras enfermedades más. Sanó, también, a los que estaban poseídos por espíritus inmundos, a los epilépticos. Todo tipo de enfermedad y dolencia fue sanada por nuestro Señor Jesucristo.

La Biblia dice que Jesús curó todo tipo de enfermos, incluso a los que sufrían enfermedades inmundas y contagiosas que los hacían despreciables ante los ojos de los demás.

El apóstol Pedro testificó:
“Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del
bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. Hechos 10:37, 38







Jesucristo mismo mostró con claridad que la presencia del reino de Dios y la manifestación de la sanidad eran dos cosas inseparables. La presencia del reino de Dios produce sanidad inevitablemente. El fundamento del reino de Dios es la salud y por lo tanto, el Mesías, el edificador del reino de los cielos, debía ser necesariamente un médico que sana nuestras enfermedades.
¿Estás dentro del reino de Dios? Si lo estás, entonces puedes disfrutar de la bendición de tener sanidad y liberación porque Jesucristo es nuestro Sanador.

La razón por la que Jesucristo llevó nuestras enfermedades

¿Por qué Jesús curó a los enfermos, hizo señales y maravillas y aún sigue haciendo lo mismo hoy? Él sigue haciendo grandes milagros hasta el día de hoy. Otra razón importante por la cual Jesucristo curó a los enfermos fue con el propósito de mostrar Su bondad y Su misericordia para con nosotros. Dondequiera que Él iba, en Su ministerio terrenal, se compadecía de los enfermos y de los poseídos por demonios, y los curaba y libertaba.

Las sanidades de Jesús no fueron solamente para probar que Él era el Mesías, ya que donde quiera que fuera hacía sanidades, sino por la profunda compasión y misericordia que sentía por ellos.

Las señales que siguen a los que creen

A través de la cruz, Jesús hizo posible para nosotros los milagros de sanidad.
Por nuestras enfermedades, Jesucristo recibió muchas heridas y por esas heridas fuimos nosotros sanados (1a Pedro 2:24).

Jesucristo, nuestro Salvador, nos ha dado sanidad para nuestros cuerpos, después de Su resurrección el Señor nos dejó esta promesa por medio de Su palabra.

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán”. Marcos 16:16-18

Él declaró que hemos recibido el poder para que en Su nombre los enfermos reciban sanidad. Es maravillosa la promesa de Jesús de que señales y milagros seguirán a los que creen en Él.

Por lo tanto debemos tomarnos de esta promesa, para que nosotros, como creyentes experimentemos siempre la sanidad y los milagros de Jesús.

Es importante ver que la palabra de Dios nos enseña que Jesús desea que vivamos libres del dolor, de la angustia, de la enfermedad. Él quiere que nos tomemos de sus promesas y vivamos abundantemente la vida que nos dio.

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